La espina dorsal del planeta es mi cordillera

Los andes y su biodiversidad

Imagen de portada blog 3 Macana con texto que dice La espinal dorsal del planeta es mi cordillera

Hemos crecido tan familiarizados con la Cordillera de los Andes, que tal vez por esta misma razón pocas veces nos hemos tomado el tiempo de dimensionar lo increíble que es su existencia en este planeta. Nos podríamos gastar una temporada completa hablando de esta cadena montañosa, que es además la más extensa en la tierra! No por nada Calle 13 la llamó “la espina dorsal del planeta”, y es que estos ecosistemas tropicales de montaña son cruciales para la vida como la conocemos.

Para entender lo mágica y maravillosa que es la cordillera de los andes, así como los distintos impactos que ha tenido el cambio climático sobre ella y las formas de vida que allí habitan, es imprescindible verlo desde diferentes perspectivas! Es necesario hablar de su formación y los cambios que ha atravesado a lo largo del tiempo, de la gran magnitud de biodiversidad que alberga, e incluso de la forma en la que los seres humanos nos hemos vinculado con ella a lo largo del territorio.

Una montaña rusa de cambios

Al hablar de la superficie de la tierra nos podemos llegar a hacer una idea de un sistema rígido y estático, pero, en realidad es lo opuesto, lo cierto es que vivimos en un planeta en constante cambio y movimiento y nuestra cordillera es un recordatorio de esto. La cordillera de los Andes es una cadena montañosa que se extiende a lo largo del litoral oeste de Sudamérica desde Argentina hasta Colombia, que se ha formado a través de múltiples procesos y millones de años.

Antes de que el continente se viera de la forma en la que lo hace hoy en día, la amazonía se extendía por la mayor parte del norte de Sudamérica ¡Hasta que ocurrió la ruptura! Proceso que en geología se conoce como subducción. Este es un fenómeno que tiene lugar cuando una placa de corteza oceánica más pesada (la placa de Nazca en este caso) choca contra una placa de corteza continental menos pesada (la placa sudamericana) y se “entierra por debajo”. Después de este momento inicial, y luego de muchos años, la cordillera de los andes tomó la forma que conocemos actualmente.

Antes de que el continente se viera de la forma en la que lo hace hoy en día, la amazonía se extendía por la mayor parte del norte de Sudamérica ¡Hasta que ocurrió la ruptura!
Temperatura de la superficie del mar durante los fenómenos del niño y de la niña
Carina Horm y colaboradores (2010)

Indudablemente estos cambios geológicos determinan en gran medida la biodiversidad del continente, pues, se sabe que muchos procesos de diversificación tuvieron lugar a partir de las barreras de dispersión que representan las montañas. Pero, eso no es todo, la magia de los Andes no reside únicamente en lo increíble de su levantamiento, los cambios climáticos que ha atravesado a lo largo de su historia también le han dado forma a la biota endémica que albergan estas montañas.

Hay un periodo en particular que se considera determinante, este inició hace aproximadamente 2 millones de años y se extendió hasta hace unos 11.000 años (conocido como el pleistoceno). Este periodo se caracterizó por unos intervalos de expansión (glacial) y reducción (interglacial) de los glaciares en los cuales los ecosistemas experimentaban fuertes cambios verticales, es decir, sus rangos de distribución se expandían o contraían dependiendo del momento que estuvieran atravesando.

De esta forma, por ejemplo, los páramos alcanzaron elevaciones tan bajas como 1900 m.s.n.m, muy por debajo de los límites que conocemos hoy en día (3200 a 5000 m.s.n.m). Estos eventos aislaron y fragmentaron la biota a lo largo de estos diferentes períodos climáticos promoviendo la formación de diferentes regiones biogeográficas y de toda la flora y fauna única asociadas a estas montañas.

Temperatura de la superficie del mar durante los fenómenos del niño y de la niña
Nicolas Hazzi y colaboradores 2018.
Los páramos alcanzaron elevaciones tan bajas como 1900 m.s.n.m, muy por debajo de los límites que conocemos hoy en día (3200 a 5000 m.s.n.m).


El punto más caliente de biodiversidad


Como lo vimos anteriormente, la historia geológica, climática y ecológica de la región han convertido a la cordillera de los Andes en un lugar ideal para que surja la vida. Actualmente, se reconocen 15 regiones biogeográficas y 133 ecosistemas a lo largo de su extensión, se estima que la cordillera es hábitat del 15% de las especies de plantas y animales que se conocen en la tierra, cerca de la mitad de estás son endémicas.

Esto la ha hecho acreedora del título del punto más caliente de biodiversidad en el planeta. Precisamente, las características particulares de cada ecosistema los han hecho singularmente vulnerables al cambio climático, así como a las especies que allí habitan pues se encuentran adaptadas a una gama específica de condiciones ambientales.

Además, conocer el grado de amenaza de los diferentes grupos biológicos que viven en esta región es complicado, ya que quizás más del 50% de la biodiversidad tropical andina sigue sin estar descrita, e incluso muchas especies corren el riesgo de desaparecer antes de ser descubiertas. Por ejemplo, se estima que grupos como los anfibios, por su ecología, son más vulnerables al cambio climático y por ende a la extinción (si quieren conocer mejor el por qué, escuchen nuestro último podcast

Una fuente de vida no renovable

Y eso no es todo, los servicios ecosistémicos que recibimos de la cordillera de los Andes son innumerables, ¡pero, no inagotables! En su vertiente oriental nacen ríos que más adelante alimentan la selva amazónica, una de las mayores reservas de agua dulce del planeta; sus bosques en conjunto captan una gran cantidad de gases de efecto invernadero y sus suelos fértiles permiten el crecimiento de una gran variedad de alimentos, y esto solo por dar unos ejemplos.

El cambio climático unido con los procesos de transformación del hábitat, de los que somos protagonistas desde hace aproximadamente 10.000 años cuando llegamos a estas montañas, no solo tienen en jaque a las demás especies, también nos tienen en jaque a nosotros, pues la capacidad de los ecosistemas para prestar estos servicios depende en gran medida de su integridad y salud.

Es momento de reconocer que nuestro bienestar y supervivencia dependen de la salud del planeta, que no le estamos haciendo un favor a las otras formas de vida al conservar y proteger el medio ambiente, lo que realmente estamos haciendo es intentar garantizar un lugar en este maravilloso engranaje que es la vida.

Porque no solo estamos promoviendo eventos de extinción masiva, estamos caminando hacia la extinción de nuestra propia especie… La vida en el planeta ha existido millones de años antes de nuestra aparición y seguramente seguirá existiendo en nuestra ausencia, la pregunta es ¿De verdad queremos perdernos esta experiencia?

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